Según Elena Levin, directora de ginecopsiquiatría de la Universidad Favaloro
"Mujeres y hombres nos enfermamos de formas diferentes porque somos biológica, psicológica y culturalmente distintos. Sin embargo, tradicionalmente la medicina y, dentro de ella, la psiquiatría han sido pensadas y escritas desde una cosmovisión masculina que redujo a las mujeres a su aparato reproductor", dice la médica psiquiatra Elena Levin, directora del posgrado de ginecopsiquiatría de la Universidad Favaloro y creadora del Capítulo Salud Mental de la Mujer de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.
Levin da un ejemplo: "Las mujeres duplicamos los índices de depresión, por razones hormonales y psicológicas, y sin embargo los libros de psiquiatría hablan genéricamente de las depresiones y le dedican un breve apartado a la intersección entre depresión y embarazo, preocupados por los daños que podría provocar en el bebé el uso de un antidepresivo; claro que los psicofármacos son investigados entre hombres de 150 kilos, extrapolando los resultados a las mujeres que no pesan más de 50".
Caricatura: Huadi
A su entender, el registro de lo que les pasa a las mujeres fue escrito sin considerar su especificidad en el terreno de la salud mental. La historia del saber psiquiátrico aparece teñida de cierto espíritu misógino sobre el que la psicoanalista Isabel Barreiro, coordinadora del posgrado, aporta una anécdota: "Hace años, una colega me dijo: ¿Sabés por qué no se pueden explicar los calores de la menopausia? Porque los hombres no los tienen".
Pero más allá de estas condiciones propias de las mujeres, hay numerosos problemas de salud que también aparecen atravesados por esta competencia histórica entre los sexos.
"En su plan emancipatorio, las mujeres empezaron a tomar alcohol. Sin embargo, el organismo femenino lo metaboliza mucho peor que el masculino y sus cuadros alcohólicos son más graves -alerta Levin-. Si las mujeres quieren tomar los mismos patrones de conducta que los hombres, deberán contemplar aspectos que surgen de la biología."
¿La guerra de los sexos?
Este análisis de situación se inscribe en el marco de un fenómeno internacional definido como la feminización de la medicina. En un artículo publicado en la revista Annals of Internal Medicine, Wendy Levinson y Nicole Lurie, de la Universidad de Toronto, Canadá, reconocen el ingreso masivo de las mujeres en el mundo de la medicina y describen cómo el fenómeno compromete la relación médico-paciente.
Las investigadoras sostienen que las mujeres médicas tienen mayor índice de compromiso con sus pacientes; adoptan un estilo democrático de comunicación, fomentan una relación colaboradora. discuten las opciones de tratamiento, teniendo en cuenta las preferencias de los pacientes y comprometiéndolos a tomar sus decisiones, además de tener un estilo de atención centrada en el paciente, que ofrece más apoyo emocional, estímulo y consuelo.
No obstante, los pacientes no eligen masivamente ser atendidos por mujeres. ¿Por qué? Levin y Barreiro se oponen a las miradas parciales que sitúan las ventajas en un solo bando y aseguran que cada paciente construye un vínculo particular con su médico o psicoterapeuta, a partir de preferencias personales, problemáticas particulares y su historia vincular. Lo ideal es que los pacientes puedan elegir si quieren atenderse con un hombre o una mujer, sobre todo en especialidades fundantes como la clínica y la psiquiatría.
Dentro de esta línea de pensamiento, el curso de ginecopsiquiatría que dictan aspira a colaborar en la reescritura de distintas problemáticas psicológicas y psiquiátricas partiendo del registro diferenciador de sexo y género y describiendo las especificidades de cada cuadro para cada uno de los individuos..
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